No están ustedes para saberlo ni yo para postearlo, pero la elaboración de este sitio web ha sido una de las tareas más difíciles y engorrosas que he acometido en los últimos años. Mirando mis capturas de pantalla caigo en cuenta de que los primeros intentos por construir el sitio datan de 2011, en que probé diseñarlo a pelo con un programa para ígnaros llamado Rapidweaver. Probé suerte después con Freeway Express, Sandvox, Flux e incluso -en un momento de temeridad- con Dreamweaver.
Hará un par de años que descubrí la plataforma de manejo de contenidos de WordPress, mucho más flexible y vistosa que los programas de diseño antes citados. No les voy a contar el rosario de frustraciones por el que he tenido que pasar -aún con la simple tarea de personalizar una plantilla a prueba de peñanietos– pero sí diré que cada tanto dedicaba al menos una semana de trabajo hasta que, presionado por las entregas pendientes y/o decepcionado por los pobres resultados, procedía a patear el tablero y dejar correr los meses nuevamente.
Este año me prometí que esta situación no se volvería a repetir. Luego un par de rounds de sombra conseguí entender medianamente la lógica interna de WordPress y aprovechar el poder que brindan sus plantillas o temas. No se las voy a hacer cansada: después de dos semanas de trabajo arduo tengo la enorme satisfacción de presentar en ciber sociedad los sitios de Mono Barroco y Buba Chop. Paralelamente, me siento aliviado al quitarme de encima una tarea que venía arrastrando desde hacía cuatro años y que iba pesando cada vez más sobre mi ánimo.
El sitio tiene muy buena pinta, se navega sabroso e incluso resulta funcional. Estoy contento como perro con dos colas, pues.
Ahora vamos a seguir sumando adobes. La lista incluye el rediseño del planetabuba, el buen término de un par de libros pendientes, la producción de nueva mercancía para la tienda, la afanosa persecución de los dineros para saldar la renta del mes y -sobre todo- seguir convenciéndome de que todo esto tiene sentido.
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